“Lo importante no es ganar a los niños, sino ganárselos, para ello el adulto debe invertir tiempo en motivar y enseñar competencias esenciales para la vida”.
Rudolf Dreikurs
Cuando un niño con autismo comienza terapia, uno de los primeros y más importantes objetivos no es solo trabajar en habilidades específicas o en conductas, sino construir un vínculo terapéutico sólido. Este vínculo es la base sobre la cual se desarrollará todo el trabajo terapéutico y es fundamental para el éxito del mismo.
¿Qué es el vínculo terapéutico?
Es la relación de confianza, seguridad y entendimiento mutuo que se establece entre el niño y su terapeuta. Para los niños con autismo, quienes pueden experimentar el mundo de manera única y diferente, este vínculo es especialmente crucial. Un buen vínculo genera un ambiente donde el niño se siente comprendido, seguro y más dispuesto a participar activamente en el proceso de aprendizaje, lo cual facilita también el desarrollo de nuevas habilidades sociales, emocionales y de comunicación.
¿Por qué dedicar las primeras sesiones a construir este vínculo?
En las primeras sesiones de terapia, la prioridad no debe ser únicamente trabajar en objetivos concretos, sino lograr que el niño se sienta cómodo y confiado. Crear una relación basada en la confianza, la empatía y la comprensión puede hacer una gran diferencia en el desarrollo y bienestar del niño. Dedicar tiempo a generar este vínculo es clave por varias razones que impactan directamente en el éxito de la terapia:
- Genera seguridad emocional: Para muchos niños con autismo, el inicio de la terapia puede ser abrumador y difícil de interpretar. Un terapeuta que toma el tiempo para conocer al niño, sus intereses y su forma de comunicarse, genera un ambiente seguro y predecible, lo que reduce significativamente la ansiedad y permite que el niño se sienta cómodo y tranquilo.
- Mejor predisposición al aprendizaje: Cuando un niño se siente seguro y en confianza, está más dispuesto a interactuar y a participar en las actividades, le permite estar más abierto a aprender nuevas habilidades, a enfrentar retos y tolerar posibles frustraciones que surjan en el proceso.
- Comunicación más efectiva: Un buen vínculo permite al terapeuta entender mejor las formas de comunicación del niño, sean estas verbales o no verbales, facilitando la interpretación de sus necesidades individuales y sus emociones.
- Reduce las conductas problemáticas: Un entorno de confianza disminuye la aparición de comportamientos desafiantes, como las rabietas o el retraimiento. El niño puede sentirse menos abrumado al sentir que está en un espacio seguro y con un adulto que lo apoya.
- Modelo de relaciones sociales: El vínculo entre el niño y el terapeuta sirve como un modelo de relación positiva. El niño aprende habilidades sociales como la reciprocidad, la empatía y la interacción, que luego puede aplicar en otros contextos.
¿Cómo se construye este vínculo?
Como terapeuta, dedicamos las primeras sesiones a observar y entender los intereses y preferencias del niño. ¿Qué le gusta? ¿Qué lo motiva? Usar estas preferencias es una gran forma de iniciar la interacción. Asimismo, debemos adaptarnos al ritmo del niño, sin forzar ninguna actividad, puesto que respetar sus tiempos y espacios es esencial para no generar aversión. Es muy importante también utilizar refuerzos positivos, como elogios o pequeños premios que disfrute, para hacer de cada interacción algo positivo y agradable para el niño. Así como, crear una rutina predecible, que le dé al niño la seguridad de saber qué va a pasar en cada sesión.
Como padres y cuidadores pueden jugar un papel fundamental en la creación de este vínculo compartiendo con la terapeuta información sobre los gustos, aversiones y hábitos del niño para ayudar a que las sesiones sean más personalizadas desde el inicio. También, se recomienda mantener una comunicación constante con el terapeuta para dar seguimiento al progreso del niño y reforzar lo aprendido en casa. Mostrar confianza en el terapeuta hará que los niños perciban esa seguridad en sus padres y es muy probable que se sientan más relajados si ven a los adultos tranquilos y confiados en el proceso.
El vínculo, una inversión a largo plazo
Crear un buen vínculo terapéutico no se logra de la noche a la mañana, pero dedicar las primeras sesiones a este proceso es una inversión que tendrá grandes beneficios en el futuro. El progreso en la terapia no solo dependerá de las técnicas aplicadas, sino de la relación de confianza y respeto que el niño tenga con su terapeuta.
Si tienes un niño que está comenzando terapia, no te preocupes si las primeras sesiones parecen enfocarse en "jugar" o conocer al terapeuta. Este tiempo es clave para que el niño se sienta cómodo y abierto al proceso terapéutico. Un vínculo sólido será el punto de partida para grandes avances.
Si tienes preguntas sobre cómo ayudamos a los niños a construir este vínculo terapéutico en nuestras sesiones, o si quieres saber más sobre cómo podemos apoyarte, no dudes en contactarnos. ¡Estamos aquí para acompañarte en este proceso!
Anabel Gispert. Equipo Evolutea