"Los niños y niñas no juegan para aprender, pero aprenden porque juegan”.

Jean Piaget

La terapia para niños con autismo no se trata solo de enseñar habilidades; también implica crear un espacio seguro donde los niños puedan expresarse y aprender a su propio ritmo. Una de las herramientas más poderosas para lograrlo es el juego. A través de actividades lúdicas, no solo se establece un vínculo terapéutico sólido, sino que también se facilita el aprendizaje de una manera significativa y accesible para el niño.

Como ya hemos compartido en otros artículos de nuestra página, el vínculo terapéutico es la relación de confianza y empatía que se desarrolla entre el terapeuta y el niño. Este vínculo es crucial para el éxito de la terapia, especialmente en el caso de los niños con autismo, quienes pueden enfrentar desafíos para relacionarse y comunicarse. En este contexto, el juego cobra un papel fundamental, ya que actúa como un puente que conecta al terapeuta con el niño, permitiendo una interacción natural y sin presiones.

En esta fase inicial, los niños con autismo pueden sentir angustia o incertidumbre frente a un nuevo entorno o persona, por lo que el uso de materiales y actividades lúdicas adaptadas a sus intereses y capacidades es fundamental.

Los materiales que se utilizan deben ser sencillos, atractivos y adaptables a las necesidades sensoriales y motoras del niño. Estos recursos permiten que el niño explore su entorno de una manera segura y controlada, mientras desarrolla habilidades cognitivas, sociales y emocionales. Además, proporcionan un marco estructurado para que el niño entienda mejor las interacciones y el proceso terapéutico.


A continuación, compartimos algunas actividades que a nosotras nos resultan muy efectivas en esta primera etapa.

  • Juegos de imitación: Movimientos simples como aplaudir o tocarse la cabeza promueven la comunicación no verbal, la atención y la sincronía entre el niño y el terapeuta.
  • Escondite de objetos: Esconder juguetes pequeños bajo una manta o en una caja estimula la curiosidad del niño y fomenta la interacción social.
  • Juegos sensoriomotores: Actividades con pelotas, hamacas o globos ayudan a regular el sistema sensorial, mejorando la coordinación motora y proporcionando un espacio de relajación divertida.
  • Construcción de torres o puzzles: Usar bloques o puzzles sencillos desarrolla la cooperación, la paciencia y la resolución de problemas en un entorno colaborativo.
  • Juego del espejo: El terapeuta imita los movimientos del niño y viceversa, promoviendo la reciprocidad y la atención conjunta.
  • Burbujas: soplar y reventar burbujas capta la atención del niño y estimula las habilidades motrices de manera lúdica y entretenida.
  • Cuentos interactivos o libros sensoriales: Leer cuentos con texturas o sonidos mientras el niño explora los libros estimula el lenguaje y la atención de manera relajada.
  • Juegos con música: Utilizar instrumentos musicales simples como maracas o tambores fomenta la expresión y la coordinación a través de ritmos y canciones.
  • Cajas de sorpresas: Extraer objetos de diferentes texturas o sonidos de una caja opaca fomenta la exploración sensorial y la curiosidad.
  • Actividades artísticas libres: Dibujar o pintar de manera libre permite que el niño se exprese creativamente sin presión y fomenta el desarrollo de la motricidad fina.
  • Juegos de mesa simples: Juegos de mesa básicos como “Memorys” o "Serpientes y Escaleras" son ideales para enseñar al niño la espera y la toma de turnos. Estos juegos introducen las reglas de forma lúdica, lo que les permite aprender a seguir instrucciones y a respetar los tiempos de los demás en un ambiente relajado.


Elegir los materiales adecuados para cada niño.

Cada niño es único, y es esencial que los materiales y juegos se adapten a sus intereses, niveles de desarrollo y sensibilidades sensoriales. Es importante observar cómo reacciona el niño a los distintos estímulos y ajustar las actividades según su respuesta. Por ejemplo, algunos niños pueden disfrutar de texturas suaves, mientras que otros prefieren objetos visualmente estimulantes o actividades relacionadas con el movimiento.


Conclusión

En la primera etapa de la terapia con niños con autismo, los juegos y materiales no solo ayudan a generar un vínculo de confianza, sino que también proporcionan las bases para un proceso de aprendizaje efectivo. Elegir actividades lúdicas adaptadas a las necesidades y preferencias del niño es clave para que se sienta seguro, motivado y dispuesto a participar activamente en su propio desarrollo.

Desde Evolutea, entendemos la importancia de proporcionar un entorno rico en estímulos adecuados y de construir una relación basada en el respeto y la confianza. 

¡Los juegos son el primer paso hacia un camino lleno de aprendizaje y crecimiento!


Anabel Gispert. Equipo Evolutea


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